Después de que se acabara la canción, me quedé quieta por un par de minutos, atónita. No sentí miedo, en lo absoluto, de hecho me sentí abrazada, por la música, por la casa, por él. Desde entonces, cosas igual de extrañas sucedían diariamente y a pesar de lo descabellado que suene yo agradecía que pasaran, me gustaba, me hacía sentir menos sola, ya no observada, sino acompañada, acogida. Lo que sea que fuera, no era aleatorio, por ejemplo, el día de mi cumpleaños encontré pétalos de rosa en el patio. Mi novio nunca me había regalado flores, estas eran las primeras. 

- Amor y amistad